Acá simplemente lo que encuentro bueno. La intención: dar a conocer.

jueves, 16 de agosto de 2007

16 de Agosto.. ¿Por qué hoy se celebra el Día del Niño en Paraguay?


*Marcha del ejército paraguayo y las residentas por una serranía.


Articulo del Diario ABC color. Asunción, Paraguay.

Todos los jóvenes se alegran hoy, porque en las escuelas y colegios se celebra el Día del Niño, pero pocos de ellos saben el porqué. Remontémonos en la historia del Paraguay para encontrar la respuesta y así, emocionados, rendir un homenaje a los niños mártires de Acosta Ñu.

Digamos entonces que yo voy a tomar el papel de narradora y les voy a contar no un cuento, sino una historia real, increíblemente trágica, de cuanto sucedió a los niños paraguayos cuando la Guerra Guasu, en tiempos en que el Mariscal López al frente de sus heroicos seguidores, defendía con valor nuestro territorio, avasallado por las fuerzas de la Triple Alianza, conformada por Brasil, Argentina y Uruguay, quienes habían firmado un pacto secreto en Puntas del Rosario, Uruguay, el 18 de junio de 1864, el cual fue formalizado el 1° de mayo de 1865 en Buenos Aires, cuyo propósito era desmembrar nuestro territorio y marcar las pautas de la política interior y exterior, abriendo este país a los mercados internacionales.

Aquel 16 de agosto de 1869, en las primeras horas de la madrugada, el grueso del ejército aliado arranca de Caacupé y se lanza hacia Barrero Grande, siguiendo la ruta de la vanguardia que saliera el día anterior, persiguiendo al ejército de López.

Enterado el Mariscal, manda decir a Bernardino Caballero que opusiera al enemigo toda la resistencia posible. Dispone también que todas las mujeres, niños y heridos, retornaran a sus hogares en razón del peligro que corrían siguiendo al ejército que iba a comenzar a transitar una diagonal de sangre, cuya inmolación final fue en Cerro Corá el 1° de marzo de 1870.

López al frente de lo que restaba del ejército, marchó a la vanguardia. En la retaguardia, quedó Caballero, a cargo de los flamantes integrantes del “Batallón 40”, compuesto por niños que contaban entre 8 y 14 años, intentando conducir las pesadas carretas cargadas con municiones, pertrechos y provisiones, que se atascaban al atravesar aquella zona pedregosa surcada por cuestas y colinas.


A estos jóvenes los disfrazaron con barbas postizas, hechas del relleno fibroso de los marlos de maíz, llamado chala, o con barbas hechas con las crines de los caballos muertos. Como armamento, portaban un palo tallado con forma de fusil para que a la distancia el enemigo creyera que eran hombres armados.

Ancianos voluntarios y heridos, se agruparon en torno a ellos procurando hacer más sólida la resistencia. Sus madres y hermanas aguardaban escondidas entre los matorrales para prestarles auxilio. En muchos casos, se unieron a sus hijos en la lucha. Caacupé había sido tomada, Piribebuy estaba ardiendo, la fundición de hierro de Ybycuí fue desmantelada y destrozada hasta los cimientos, inclusive un río desviaron los aliados para inundarla. Los paraguayos carecían de armas por culpa del bloqueo, mientras los invasores portaban armamentos modernos, rifles de avant carga, que podían dispararse desde un caballo al galope.

El hambre y las enfermedades diezmaban las tropas paraguayas. Aun así los niños se irguieron para defender a la Patria. Los comandaba Caballero y junto a ellos se hallaban unos pocos veteranos al mando del coronel Bernardo Franco y el coronel Florentín Oviedo. A las 8 de la mañana los 4.000 combatientes nacionales fueron alcanzados por las fuerzas aliadas, al salir al campo raso de Barrero Grande, llamado Acosta Ñu, por haber pertenecido a Juan Blas de Acosta Freyre. Las fuerzas atacantes sumaban 20.000 hombres de las tres armas. El conde D’Eu era el jefe de todas las brigadas de este ejército. Caballero tiende su línea defensiva ubicándose en el ángulo formado por los arroyos Yuquyry y Piribebuy, donde sus fuerzas resisten sangrientos embates de los adversarios. En medio de la batalla se oyó un estremecedor rumor, aproximándose, haciendo retemblar la tierra. Los niños quedaron expectantes, era la caballería imperial, galopando a toda velocidad, hacia donde ellos se encontraban. La batalla duró hasta las cinco de la tarde. Como era de esperarse, triunfó el invasor. Los niños no pudieron, estando a pie, mal alimentados y desarmados, hacer frente a los avezados jinetes brasileros que se les abalanzaron encima y que al percatarse de que eran solo niños, los masacraron sin compasión.
Según su costumbre, los brasileros pasaron a degüello a todos los que encontraron a su paso y siguiendo con su política de total destrucción, le prendieron fuego al campo diseminado de muertos y heridos. Los gritos y alaridos de dolor se mezclaban con la inmensa humareda negra que cubría por completo el cielo. Tiradores aliados disparaban a las siluetas envueltas en llamas que corrían desesperadas intentando salvarse. Así murieron calcinados los niños de la Patria vieja. Nuestras bajas fueron 2.000 muertos, 1.500 prisioneros y 500 sobrevivientes, que esquivando la persecución de los aliados, se internaron en la selva y fueron a reincorporarse al ejército del Mariscal, más allá de Caraguatay. Las carretas que transportaban los víveres y pertrechos, además de los cañones, cayeron en poder de los aliados.

En honor a aquellos jóvenes, caídos heroicamente en el combate, se estableció celebrar el 16 de agosto el “Día del Niño”. Recordémoslos emocionados en este soleado día del mes de agosto mientras como un homenaje, orgullosa flamea al viento la bandera tricolor.

María Eugenia Garay
Foto: abc.com.py

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